Pecados
viernes, diciembre 22, 2006
Tan solo buscaba un lugar donde huir de aquellos que reclaman mi cabeza. Más me cazaron. Y ahora no encuentro la entrada en el sendero del bosque.
Debí quemar la memoria y no acordarme de nadie en aquel fatídico instante. En el instante absurdo en que se hizo el ruido en el desierto y el silencio en el asfalto.
Tan solo debía omitir la risa histérica, el sentimiento de culpa. Más reí. Y acepté la muerte en el estanque de las libélulas brillantes.
Ahora lo entiendo, ahora lo siento. No debí pasar la página, debí quemar el libro.
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