Una rana en la cabeza  

lunes, septiembre 25, 2006

Mohor me la ha encontrado esta tarde. Mientras jugaba subido a la farola de la plaza, construyendo su pequeño mundo de spiderman en pañales, la ha descubierto. Ha bajado de las alturas tan rápido como sorprendido y parándose enfrente me ha comentado su hallazgo: "¿Sabes que tienes una rana encima de la cabeza?". Yo, bajo el encantamiento de mujer adulta, he sonreido y le he dicho: "Pues quítamela" jugando a seguir su juego. En esas Mohor ha negado con la cabeza, se ha encogido de hombros y bajo el tono de sabio, que puede adquirir un niño de 5 años, ha contestado: "No puedo, la tienes bajo el pelo, debajo de la carnecita", y se ha vuelto a encaramar a la farola en su décimo intento por coronar la sucia bombilla. Yo he reido a carcajadas ante su imaginación.
Al volver a casa he pasado enfrente del espejo de la entrada y no sé que ha hecho que mirara mi cabeza de reojo en él: será la parte escondida que aún cree en las hadas. Y ZAS! ¡ahí estaba! ¡Había una rana en mi cabeza!. He corrido a mirarme fijamente, pero ya no estaba porque ahora eran los ojos de adulta los que miraban. Pero la vi, Mohor no mentía.
En el cuarto de baño, y algo más calmada, me he quitado la goma que sujetaba mi pelo, he cogido el peine y he apartado el cabello. He rebuscado... os juro que he rebuscado. ¿Donde estás? ¿donde estás?... sal que te he visto..¡sal!. Pero nada. Cuando me he visto desquiciada buscando a la rana me he echado a reir. Que locura. Y he reido, y reido y reido. Sin parar. ¿Así que era eso? Tengo una rana en la cabeza. Una rana que no me deja dormir porque croa por las noches. Que hace que mi cabeza esté baja porque es una rana gorda y pesa. Que me absorve pensamientos y los cambia por pensamientos agua. Una rana, una rana gorda en mi cabeza. Y se trataba de eso y yo sin darme cuenta.
Y un niño de no mas de 5 años la ha descubierto. Subido en la farola la ha visto y me ha avisado de que una paloma se me podía cagar desde las alturas si seguía debajo sentada. Debí contestarle: "Tranquilo Mohor, la rana de mi cabeza me protege. Déjalas que se caguen en ella"

AddThis Social Bookmark Button


El hombre del tiempo  

La muchacha corrió al encuentro del hombre del tiempo. Lo oyó bajar por la calle, en su bicicleta vieja, pelo blanco y de edad indeterminada. Había esperado este encuentro desde hace mucho, el hombre del tiempo no pasaba por allí a menudo.
Cuando se encontró a su altura, la muchacha, con el corazón a saltos y los puños cerrados, gritó: "¡Por favor, quiero que desaparezca!". El hombre del tiempo quedó parado y con la sonrisa más atemporal que antes ella había visto preguntó: ¿El qué, muchacha?. Ella balbuceó: "El año 2006".
El viejo quedó sorprendido. Al rato echó a reir y empezó a andar de nuevo.
La muchacha, sin darse por vencida, se interpuso en su camino rápidamente y repitió: "Por favor, señor, borre de mi calendario el 2006" y empezó a gimotear agobiada. El hombre del tiempo dejó de reir y negó con la cabeza: "No puedo hacer eso. Es imposible, alteraría el espacio-tiempo de los demás. El mundo quedaría en caos. Además, aun no has terminado de vivir el resto del año. ¿Qué hay de los meses que quedan por venir?". La muchacha bajó la cabeza: "Por favor, bórrame el 2006 solo a mí. Lo que venga no me importa. Desde el 1 de enero, hasta el 31 de dicembre. Por favor, señor, por favor, bórreme el tiempo".
El hombre del tiempo quedó petrificado. Soltó su vieja bicicleta, la miró y le acarició el cabello.
La muchacha volvió a sonreir...

AddThis Social Bookmark Button


Mimo  

sábado, septiembre 23, 2006

Deambulaba por la calle, yo, con la excusa estúpida de ir a comprar algo, que no recuerdo, en una tienda que había dejado ya a dos manzanas tras de mí. Absorta en pensamientos sobre el destino y sus vertientes, me dirigía a comprar algo (que no recuerdo el que) en otra tienda que había dejado ya tres tiendas atrás. Es decir, que andaba sin más, cuando lo ví. Descansaba, si es que es la palabra más adecuada, parado en la esquina más soleada de Puerta Real. En una de esas donde el sol no se oculta nada más que al caer la noche. Vestía todo de gris brillante, la cara, brazos, orejas y cualquier parte del cuerpo visibles, maquilladas de gris. Como accesorios llevaba un chaleco de papel de aluminio, los zapatos forrados del mismo papel, y guantes y gorro de tela color metálico. Me sorprendió altamente verle en su pedastal de cartón pintado (de gris, por supuesto) inmóvil ante la gente, con aquel calor sofocante abrasando su sesera. Que valor, señores, que valor. Me acerqué, curiosa, y lei el cartel que venía pegado a un cubito (grisáceo...para no variar) con algunas monedas en su fondo: "El hombre del futuro".
Me quedé mirándole a la cara fijamente a una distancia bastante corta. No sé porque tuve este impulso, pero estoy casi convencida de que cinco minutos más y el tipo hubiera bajado a darme dos tortas: "¿Vas a echar la puta monedita ya?". Creo que hasta sonrojó debajo de tanto maquillaje (olé yo y mi imaginación) cuando en un instante se le puso la cara morada. Ocho minutos pasaban y el tipo no reaccionaba, ni nadie le tiraba una moneda para que pudiera moverse e insultarme de una vez. La ley de Murphy es infalible, queridos. Yo, más de pena que de otra cosa, saqué mi monedero y le eché en el cubo mi moneda. Sabía que se movería al hacer ésto y que así el tipo buscaría una nueva postura donde le corriese el aire debajo de aquel chaleco de alumnio: que a mi me recordaba a las patatas asadas que pongo de tapa en el bar donde trabajo...pobrecito, que calor.
Cuál fue mi sorpresa, cuando desubrí que el movimiento del mimo iba acompañado de una frase a modo de sentencia: que me ví emocionada ante la oferta 2x1 del Mimo Carrefour. "Tendrás un trabajo de alto prestigio y bien pagado, te lo digo yo, que vengo del futuro". Ohhhhh!. Y quedó en una nueva posición con los brazos alzados (para que le diese el aire en los "sobaquillos", que lo sé yo). Quedé tan gratamente conforme con la adivinación que rebusqué en mi bolso en busca de una segunda moneda: "Tendrás 5 hijos y un marido maravilloso que te hará feliz, te lo digo yo, que vengo del futuro". En esas me vi rodeada del coro Gospel, iluminada, y con el pañuelito secándome las lágrimas emití un "Amén, señor Mimo" que me salió del alma.
Fijaos en mi emoción que empecé a echarle monedas hasta que solo me quedó el euro para volver en autobús. Quedé desilusionada y, sin rendirme, me senté en un banco enfrente de él y esperé a que otra persona consumiera su monedero como yo. Estaba segura que el señor Mimo, cuando me viese allí sentada, emitiría una adivinación para mí con la moneda de otro, en recompensa a la lujosa cena que le esperaba con todo mi dinero en el fondo de su cubito.
Tuvieron que pasar mas de veinte minutos hasta que una madre cediese a los chantajes de su hijo pequeño, que le prometía comerse todala comida si le daba una moneda para echársela al mimo. Apreté los puños nerviosa, miré la moneda caer y esperé mi próxima vivencia futurista: "Tendrás un trabajo de alto prestigio y bien pagado, te lo digo yo, que vengo del futuro". Quedé pasmada. ¿Eso no lo había oido ya?. A la madre le hizo gracia, y echó otra moneda: "Tendrás 5 hijos y un marido maravilloso que te hará feliz, te lo digo yo, que vengo del futuro".
¿Queeeé? No puede ser..les repetía lo mismo que a mí.
Me levanté furiosa, me acerqué al mimo, y le grité: ¡impostor! (bueno solo lo pensé, pero lo tuvo que adivinar porque como venía del futuro...). Y eché a andar refunfuñando: "Aprovechándose de una inocente como yo..con el calor que hace y la lástima que me daba. Mala persona...". Justo antes de perderle de vista, me volví y le grité: "La proxima vez te vistes de Adán, que con la hoja de parra verás que fresquito". Bueno, no lo grité, pero tuvo que adivinarlo porque como venía del futuro...

AddThis Social Bookmark Button


24 de Septiembre de 1984  

jueves, septiembre 21, 2006

Cuando nací era morada, poco pelo, ojos cerrados. Mi madre recuerda que me comía los puños: llegué a este mundo con hambre. Me aferré lo mejor que supe a la vida que se me brindaba, aunque no recuerdo bien si fue comprada o regalada, solo sé que venía sin libro de auto-ayuda. Ni un míserio README que leer. Nada más llegar, ya me dieron la cachetada para que espabilara: preludio del futuro. Yo, en aquel entonces, sin vergüenza ni cultura aprendidas, le reproché fieramente al tipo que me sujetaba cual conejo por las patas: "Oye, que yo estaba muy tranquila ahí. Que me habeis sacado vosotros y encima de todo va y me pegas...con el frío que hace aquí". Pero al parecer, con toda la cultura que tenía, era incapaz de entender el lenguaje de un bebé, así que al final opté por callarme: preludio del futuro. Mi madre me vistió de rosa y colocó sendos pendientes en mis orejas, ahí, para que no se me olvidara nunca más mi condición.
Como prácticamente me crié en un bar, pasé buena parte de mi infancia dentro de un parquecito infantil: viendo el bullicio a mi alrededor. Yo, cansada de ver la vida fluir sin mi participación, ideaba tácticas para huir. Alzaba mis manitas a todo aquel que viniera a hacerme carantoñas y comenzaba a sollozar: "Sácame de aquí, hombre, que me aburro. Mira, hacemos un trato: yo te doy mi pelota favorita que está allí afuera, al lado del bolso de mamá. Y tú me sacas de aquí unas horitas." Pero, con toda la cultura que se aprende en los bares, esta gente seguía sin entender el lenguaje de un bebé e iban a por la pelota y me la tiraban en el parque: "¿Querías eso? Ale, a jugar". Acabé tirándome en el parque a dormir: preludio de futuro.
Aprendí a hablar solo de la rabia de que no se me entendiese. Entonces descubrí que el problema no era que no supieran hablar el lenguaje bebé, el problema residía en que no escuchaban: eran sordos. Por más que hablaba nadie me hacía caso, y más de uno me dio un empujoncito diciendo: "calla, no te metas en conversaciones de mayores."
Así que empecé a escribir: aunque me empiezo a temer que el mundo se haya quedado ciego.
Pero, si de algo me acuerdo, es de que nací pura: no había envidia ni rencor. No había celos, no había hipocresía, ni mentiras. No amaba a nadie, no odiaba a nadie, ni había amigos/as que guardar. No tenía ambiciones ni metas que lograr. No había tristeza. No había nada...
Y era en la nada misma donde residía la felicidad.

AddThis Social Bookmark Button


Las histerias viajan también  

miércoles, septiembre 20, 2006

He sufrido una clara moción de censura. Mis histerias me han dado un ultimatum: o nos das un espacio más moderno donde desarrollarnos o nos vamos y ahi te quedas, como una persona normal. Yo he dudado un momento y he estado a punto de decirles: "Pues si os vais, me hacéis un craso favor. Ale! andando". Pero he tenido la certeza de que no volverían si hacía eso y he tenido que ceder. Ainss, es indomable el miedo a la soledad.
Me he sentado con ellas en reunión y les he preguntado las condiciones que exigían. Ellas han sacado su lista, debidamente redactada con anterioridad (que bien se lo tenían pensado las mamonas) y me lo han expuesto todo claramente: queremos un lugar más formal donde crecernos, queremos que nos acompañen fotos (una, en esas, ha gritado : ¡De tios buenos!), queremos que pongas un fondo mejor porque el otro, mira, mira lo que hace.. en esas la reunión se ha parado y todas las histerias le han hecho un hueco a otra que sollozaba, temblorosa, al fondo. "A verrr, y a ti ¿que te pasa?" Asustada me ha balbuceado: "Ellas me han amenzado... ¡¡Las niñas flores!!" Y se han puesto todas ha insultarlas.
Yo, poniendo un poco de orden, les he tenido que recordar que todo acto llevado a cabo posee consecuencias: puede que este blog no lo lea nadie que esté acostumbrado a ver la florecita anterior parpadear. Ellas me han mirado irónicas: ¡Y quéee! Si eres tan egoista que esto lo escribes para tí.
Nada, que les he tenido que dar la razón. Y por eso nace este blog. Supongo que también es una forma de cambiar de aires: como no puedo cortarme el pelo, porque ya lo hice; y no puedo cambiarme de cuerpo, porque no tengo dinero; y no puedo comprarme un coche, porque no tengo carnet; y no puedo irme de la ciudad y no volver, porque no tengo adonde ir, y no puedo cambiar de carrera porque no quiero...Pues cambio de blog y que las nenas histéricas viajen un poco. Que no es lo mismo, pero algo es algo.

Histerias, historias y otros cuentos: Que la locura fluya...

AddThis Social Bookmark Button


Design by Blogger Buster | Distributed by Blogging Tips