La monotonía del quererse  

martes, abril 17, 2007

Nuestro matrimonio estaba roto ya antes, incluso, de casarnos. De la pareja de novios que se veia arrinconada por la pasión en cualquier rincón oscuro solo quedaba el insulso beso y el te quiero bajito de cada noche en el portal. Ya no veia el brillo en sus ojos de pupilas dilatadas, y supongo que él tampoco encontraba tal efecto en los míos. Así que, el día que formuló la pregunta, sentados en el bar de siempre con la mera intención de estar, contesté que sí a su propuesta de futuro. Y es que ninguno tenía fuerzas para padecer otro principio.
Los hijos no tardaron en llegar. Necesitábamos que nuestro "nosotros" dejara de ser protagonista y tener un "ellos" por lo que luchar. Y, entonces, el insulso beso pasó a ser el roce de espaldas frías en la cama y el te quiero bajito transmutó en el ronquido fiero de la noche. No había más problemas que los problemas de "otros" y de "ellos".
La casa callada, el aire que mecía las cortinas, mis patas de gallo, sus canas y calva. Así que, el día que formuló la pregunta, sentados en el bar de siempre con la mera intención de estar, contesté que no a su propuesta de futuro alejado. Y es que daba miedo padecer otro principio a nuestra edad.
La vida debe estar en otra parte...[]
...ya nunca volverán a hacer nada por vez primera.
Ismael Serrano "Un muerto encierras"

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